Destino nos alcanzó,
Miedo y Delirio se fueron
por el retrete,
entonces, olvidamos el amor
por los colores,
perdimos el placer de sentir
el fresco bajo los árboles.
El arco iris y el canto de los pájaros,
el rugido del jaguar,
el aullido del "mono aullador",
el silencio del tapir y de la nutria.
El color de la guacamaya y del tucán
se fue desvaneciendo
con su estampa en la esencia
de la selva que delira ahora.
Destino después de tanto correr
tras de nosotros
por fin nos alcanza.
Lloran los árboles y sus cotorras,
el río contaminado,
los arroyos que sucumben
a la barbarie y la ignorancia.
Las ceibas piden a gritos sobrevivir
junto a los cerros rojos
con alfombra verde.
El llanto de la Tierra
no se escucha,
se ha perdido la mínima empatía
con nuestro origen,
Soberbia corta nuestro cordón umbilical
y como autómatas
buscamos a Destino
que toca nuestros talones
y nos susurra al oído; "Estás sólo, estás solo".
Roberto Reynaga Estrada -MÉXICO-
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