Mi calle, mojada por las luces de las lámparas de neón e iluminada por la lluvia, late como lágrima bajo la piel de la noche. Me veo bajar al ritmo de sus latidos y dirigirme hacia tu casa. Me esperas angustiada. Nos besamos, mordemos, olemos… y amamos. Y la calle se cierra como el filo de una daga, arrastrándonos hacia la oscuridad. Abro los ojos, y veo que seguimos besándonos después de salir del cementerio…
Victor Diaz Goris
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