domingo, 23 de diciembre de 2018

¿QUÉ SERÍA DEL OTOÑO EXTREMEÑO SIN SUS GARZAS?


Dos negras garzas como mi camisa
se recortaban en el ocaso con luz de madrugada;
la luna tímida alumbraba el jardín sombrío,
y el cielo se nublaba de garzas en bandada,
tienen las aguas en la quietud del río.

En sus alas la luz se tornasolaba,
y de oriente entre rosados vuelos,
mas parvadas aún llegaban;
unas parecen blancas, en la orilla del río solas
y otras negras a la sombra,
un adiós silencioso de pañuelos.

Todo es silencio de noche en la sombra
otra cosa es cuando asoma el sol por lo alto de la loma;
en esos momentos se forma un griterío
que parece que alguien se ahoga...

Es clásico en el otoño dorado
de los campos de la vieja Extremadura;
en la montanera, a la caza de la bellota,
luego levantan el vuelo hacia países más cálidos;
pero allí sólo hay ranas y no bellota...

Esas aves grandotas, de cuello y patas largas,
es un ave simpática y muy hermosa;
que no se asienta en ningún sitio,
pues siempre tienen la maleta hecha porque es migratoria.

RAFAEL CHACÓN MARTEL

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