Una nana de Gloria
a mi niño canto
para que la noche
acune su llanto.
En la noche estrellada
silencioso queda el cielo,
esperando al lucero que
brillará en el mundo entero.
¡Que humilde pesebre!
¡Cuánto frío está haciendo!
Mas, un buey y una mula,
a dar calor se ofrecieron
María cantaba y José reía,
el niño chiquito, dentro del
pesebre tranquilo dormía.
Pastores llegaron de todo lugar.
Tres Magos de Oriente oro,
Incienso y mirra le vinieron a dar.
Una nana de Gloria
a mi niño canto
para que la noche
acune su llanto.
Juana Campos Cortés
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