Cuando la noche es clara
y no hay ni huracanes ni lluvias;
hay plenilunio: -es noche de lobos-
Me asomo a la ventana del bosque
y con el beso de la luna en la cara;
hirviéndome la sangre en cada poro,
soy hombre y en estas noches
me convierto en lobo.
Quisiera quitarme el sexo
y dejarlo guardado bajo llave,
en cualquier baúl o armario;
hasta pasar el plenilunio.
Pues sucede que me canso
de aullar como un coyote hambriento;
en las noches de plenilunio y la canícula
en la fiebre del bosque cuando arden los insectos.
Entre carroña y carroñeros
que pululan al atravesar la ciudad;
resulta que en circunstancias normales
soy normal y puro...
Pero las circunstancias sacan a flote
mis apetitos sexuales y me obligan
a salir de cacería, cuando la selva
es una jungla de deseos...
Y cuando despierto en la mañana, tengo la certeza
de haber estado con dos leopardas en celo...
RAFAEL CHACÓN MARTEL
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