Al acecho de tu aliento
muero viviendo sin ti.
Al recuerdo consentí
que hiciera sitio en mi acento.
Alhelí y naranjo al viento,
jade y cristal, poesía...
Ay, mi dolor, ¿quién diría?
que fuiste mi despertar,
y me costaste llorar
al ser tu noche mi día.
Se quiebra la nube al ver
que siendo de Dios testigo
no concibe que un amigo
pueda tan hondo querer.
Razón de su acontecer
le dio su dorado cielo...
Que la despegó del suelo
para hacerla espiritual.
No hay tiempo en lo inmaterial,
así obtuvo su consuelo.
Carmen Azparren Caballero
No hay comentarios:
Publicar un comentario