¡Oh, luceros titilantes del infinito cielo!
En mis calladas noches de errante peregrino,
mi espíritu anhelante de lo etéreo y lo divino
levanta a vuestra altura su fatigado vuelo.
Pero en mis grandes ansias de paz y de consuelo,
no encuentro en vuestra lumbre la luz que yo imagino:
la luz ambicionada que apagó mi destino,
la luz pura y querida con que sueño y anhelo.
La de los ojos negros, muy negros, de mi amada
que iluminó mi senda oscura y desolada
cuando me herían muy hondo los dolores arteros;
esa es la luz que busca mi espíritu angustiado,
la luz divina y pura que mi alma no ha encontrado
ni en la luz titilante de los bellos luceros.
Del poemario "Riveras en Versos" de
ABEL RIVERA RAMOS
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