viernes, 19 de octubre de 2018

¡QUÉ BUENO.. OH DIOS... EL SER POETA!


Ser labriego de tu idea en arte conferida. Ser sonido de tu voz para hacer oírla. Y dar de las almas la eternidad a la vida.  ¡Qué bueno... Oh Dios... el ser Poeta! Ser tan sólo un hombre que arrulla la poesía. Amparando besos que derrochan fantasías. Liberando sueños que estáticos aún dormían.  ¡Qué bueno... Oh Dios... el ser Poeta! Saber que no he nacido ni crecido en vano. Que les has puesto alas a mis manos. Para extraer de tu cielo, vaporosos, níveos ramos. ¡Qué bueno... Oh Dios... el ser Poeta! Poder cantar, declamarle a mis hermanos. Florecer en versos. Poder cultivarlos. Y con deleite infinito saber entregarlos. ¡Qué bueno... oh Dios... el ser Poeta! Ser dueño, ser rey, de tu magnífica creación. Poder hablar y sentir desde el corazón. Y desde los escombros rescatar la ilusión. ¡Qué bueno... oh Dios... el ser Poeta! Poder anular el odio, la envidia, el egoísmo, el rencor. Poder saciarme a pleno sin medir la ambición. Y resucitar a cada paso en la esperanza y amor. ¡Qué bueno... oh Dios... el ser Poeta! Poder alzar la vista y mirar al hombre y la flor. Poder mirarlos y mirarme con respeto y admiración. Poder llenar mi hambre con sueños, dicha y pasión. ¡Qué bueno... oh Dios... el ser Poeta! Habitar este mundo de magia y de misterios. Cautivado de luces, colores. Donde nada es ajeno. Hechizar deseos que sueñan mujeres y hombres buenos. Atrapar en la memoria perfumados sahumerios
Divagar la nobleza en verdes y pródigos terrenos... Y seguir cabalgando en las estrellas y cometas... ¡Qué grande me siento!... ¡oh Dios!... ¡al ser Poeta!

Eduardo N. Romero -Argentina-

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