miércoles, 17 de octubre de 2018

MIENTRAS DORMÍAS DESNUDA


Alineé los puntos de pecas entre el pubis y tus pequeños pechos, con la esperanza de que el bolígrafo revelara
la imagen de un ser mitológico de nombre proparoxítono,
el mapa detallado de un tesoro hundido.

Formado quizás en alguna constelación pelirroja,
escondida en un triángulo de la epidermis,
y me encontré con el contorno de un polígono arbitrario que no me proporciona metáforas, solo placer.

Había tantas miradas con deseos contenidos, que me caí en las aguas profundas. En mundos insondables, nunca descubiertos por un hombre.

Te veo desnuda recostada, distraída en la cama con el pelo rojo desordenado, el perfil medio de la cara brillante, con los ojos dibujados en una mezcla de mestizos con mezcla japonesa, noto tus líneas y noto el tono de tu voz, mientras cantas una canción, nada que ver con el tiempo mágico sentido dentro de mí, en ese momento y lo peor;

sé que si pongo todo esto, que siento escrito sobre un papel, se reirá y me odiara durante 3 segundos para amarme otra vez; la primera certeza en la vida es la muerte;
y la segunda certeza el momento en que te conocí y la convertí en la única razón para no tener miedo a la primera.

Che-Bazán -España-

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