Llovió.
Llovió en la madrugada.
No soportó el peso del agua
aquella nube que pasó.
Se alejó el viento
y las flores quedaron sin perfume…
sin color.
Cantaba.
Cantaba el desaliento.
La incertidumbre cambió
en la obscuridad de la noche,
el vestido de plata y la huella
de dolor.
¡Ven hacia mí bien mío!
Mis brazos una vez más
aliviaran con el reposo
que te ofrece mi corazón.
Llovió, llovió en la madrugada.
Después… lució de nuevo el sol.
Juana Campos Cortés.
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