La noche a tu lado era un ensueño.
Tu cuerpo era un amado espacio de revelaciones.
La vida transcurría deprisa inducida
por tu risa y ese garbo de mujer.
Sin ropa.
Sin letras ni antifaces.
Topándonos boca a boca.
Y sembrar un mar dentro de ti.
Deseoso de consumirte.
Naufragar entre tus pechos mientras
mis manos recorrían tu cuerpo .
¡Oh amada mía!
saciabas la sed que me quemaba;
se estremecía mi cuerpo,
volaba mi mente agreste y salvaje.
Sin ropa.
Sin letras ni disfraces.
Bebiéndonos boca a boca.
Con esas gotitas de ternura
y ese desalme de dulzura.
Francisco Piñero
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