Yo tengo en el recuerdo la pureza
del verso, de la rosa, del rocío;
yo puedo regresar al mismo río,
tener en el hogar la misma pieza.
Yo tengo en un rincón de la cabeza
el fuego del amor, que fue tan mío;
el beso, la pasión, el desvarío,
los pasos que se dan con ligereza.
Yo tengo un corazón en la corteza,
un vuelco en la razón hacia el vacío
del tiempo, que no acaba, que no empieza.
Yo tengo en el recuerdo la certeza
del sol, de los calores del estío,
del rojo de la sangre y la cereza.
Del libro El cielo se hizo de amor de
Mariano Estrada
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