Recorro lúgubres cementerios
por ver, si en alguno encuentro
ese olvido que estoy buscando
para vivir aún más aislado
y lejos de aquel triste beso,
beso, que tú, no me has dado.
Con una intención que espera oculta
entre mil preguntas y dudas
prisioneras de prietos labios,
no se arrepienten del pecado
aunque éste, poco a poco, los destruya
con ese beso que aún no ha logrado.
Quizá, por ocultos miedos
de un pretérito imperfecto
que supongo que estoy pagando
por la indecisión de mis labios,
no soy sólo un sentimiento
pero, como a tal, me has abandonado.
Soy la víctima de tus celos,
más que un compañero sincero
mal amante, peor payaso,
un clavo que sujeta un marco
que siquiera muestra un premio
sobre la puerta de mi destierro
con los goznes oxidados,
soy aquello que has dejado
donde dejaste aquel beso,
beso, que aún no me has dado.
Luis Maria Saiz Laso
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