Estoy sangrando anocheceres, siento
que se me viene abajo la arrogancia,
el gesto de inmortal. Regresa el viento,
la nube, el animal. Voy a la infancia
con más frecuencia cada vez. Recojo
minúsculas imágenes que estaban
por mí esperando. Sin querer me encojo,
aprieto el corazón. Ayer brillaban
los días en los rostros de los seres.
Mi espalda hoy es corona de alfileres.
Los ángeles del parque no se mecen
y pesa una objeción en cada beso.
¡Vivir es contemplar cómo perecen
los años idos por su propio peso!
Jorge García de la Fe
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