Reverdecerá mi acacia,
retornarán las aves a anidar en su follaje,
el aroma de las flores perfumará..
mi patio, mis noches, mis instantes.
Pinceladas de añil... desaparecerán,
la lobreguez del firmamento.
Mis apretados dientes,
destensarán la presión infligida por el caos que,
inclemente rasgó mis velas.
Hallaré en mi océano de penas,
la brújula y el ancla extraviadas,
manotearé hacia arriba y hacia afuera,
impulsada por sobrada fuerza.
Ya puesta en firme tierra,
con serena actitud,
de cara con mis errores,
bendeciré el latigazo,
masticaré la lección,
sobre mi espalda el flagelo, sea,
¡penitencia y redención!
Maria Ernestina Torres Sánchez -México-
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