miércoles, 21 de febrero de 2018

SED DE TI


Tengo una sed de ti
¡tan intensa!,
que la saliva
se reseca y se consume
dentro de mi boca,
de la misma manera,
como el desierto se traga
la lágrima de una oruga…
o el torrencial aguacero
de un ciclón imaginario.

Tengo una sed de ti,
que por momentos pareciera,
que mis más íntimos deseos
se convierten en piedra;
y mi ansiedad de tenerte
se me marchita impaciente
entre las piernas,
y me defrauda por momentos
en mi vulgar hombría.

Tengo una sed de ti…
que aunque no quiera,
se me extravía la consciencia,
y me hace pensar,
actuar, y hasta delirar…
expresando cosas
-con gestos o con palabras-
que en mi normal estado,
jamás me atrevería,
ni siquiera a musitar enmudecido.

Tengo una sed de ti…
que ya no resisto más
y no quiero callar…
¡Te necesito…, mi amor!
para acallar y calmar
el deseo irrefrenable
de mi carne y de mi cuerpo,
y fundirnos en un abrazo eterno
que una nuestros cuerpos
y nuestras vidas para siempre.

Tengo una sed de ti…
que en noches cálidas de verano,
te he llegado a soñar…
como si fueses una fuente inagotable
de agua fresca, que bebo insaciable,
hasta secar tus entrañas,
y fundir tus fluidos con los míos,
que hierven de pasión…
¡cuando te exploro
insaciable hasta la locura!

Recaredo Radillo N. -Hondura-

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