En tu bello despertar te levantas y observas ese reflejo de luz que entra por tu ventana y con tus suaves manos te acercas a ella, atrapas ese brillo y resplandor que envuelve todo tu ser.
Por un instante sientes esa calor sobre tu piel y te tornas lúcida, haces que tus pensamientos te lleven plácidamente en esa balsa en el mar de aguas tranquilas y taciturnas, rodeada de la más bella ternura de tu ser.
Todo en ti es maravilloso y esa luz que envuelves con tus manos te hacen sentir amada por esa calor que te abriga y es tan bello su resplandor que tu rostro encantado trasciende a las alas del amor.
Pareces naufragar en la tranquilidad de las aguas, estás tú ahí, bella y sonriente con esa calor en tu rostro emanado por los rayos del amanecer en tus manos, pero sólo es es el reflejo de luz en tu ventana.
CARLOS V. ORTIZ
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