miércoles, 28 de febrero de 2018

UN CAFÉ


Tomando un café
en compañía de mi soledad
arrugaba un viejo folio
que hablaba de amor,

y recordaba sorbo a sorbo
cuan estúpida puede ser,
una espera incierta y eterna
de algo, que ahora recuerdo, nunca fue,

con la taza entre las palmas,
calentando mis manos heladas,
miraba al folio en la papelera,
sonriéndole socarronamente,

al fin y al cabo,
una vida no se escribe sola,
y yo nunca pretendí escribirla,
aunque a veces, si desclavo alguna espina,

un último sorbo al café,
me doy cuenta, que ya está frío,
igual que un amor sin llama,
sin pasión pierde el calor, y muere,

aunque he de reconocer
que queda en boca el sabor,
y en nariz, el aroma,
las manos, ya no están heladas,

como el buen vino,
el amor tiene su principio,
sus fases y siempre hay un final,
pero nos queda el placer, de haberlo bebido.

Angel L. Alonso 

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