Inserto la pluma en el tintero
y absorbo el misterioso veneno
que cubre el papel de pensamientos
en hojas que yacen marchitas...
así se olvida la poesía,
así he enterrado mis versos
bajo un epígrafe sin vida...
ni soy poeta... ni quiero serlo.
Recorre mis venas mi ignorancia
dejando cicatrices y llagas
hasta la punta de mis dedos
apoyados en el cenicero
donde se consume mi alma
y abandono todos mis afectos.
No hay inspiración en mi carta...
el amor no quiere alimentarla,
consumido en mi resentimiento
soy lo que soy... y me desprecio
por no amar, cuando la amaba
con un egoísmo sincero.
Me voy con la luz del alba,
me marcho en hora temprana,
he nacido demasiado tarde...
ya nadie puede callarme
y mi boca me desagrabia
a la vez, que me hace culpable
del sentido de mis palabras
que... aunque no significan nada
siempre terminan por condenarme.
Luis Maria Saiz Laso
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