Entre la obscura soledad
morí de amor,
desdichada soy...
y tu ajeno a todo ello,
caminando me abandonaste
en nuestro bello imperio.
¡Morir en soledad!
atada en este rincón,
en el que tu falso amor,
ahora me encadenó
a morir sin tu tierno amor.
Una caricia de cariño,
¡jamás la recibí!
quizá un pastel de cumpleaños...
eso, eso esperaba al final de los años;
un abrazo entre mis lágrimas...
¡oh! como te lloré me abrazaras,
cuando más los necesitaba.
Morí de amor,
y es justo en este momento
cuando mirándome al espejo
me encuentro más vacía por dentro
y arrancarlo el corazón... padre mio, ¿más?,
¡ya no puedo!
Morí de amor...
morí entre la obscura soledad...
¡Oh!, morir de amor...
morir de soledad,
atada desde la niñez
y de mis tristes primaveras.
Presa de tu odio fui
aunque padre mio...
déjarme gritar al fin desde mi tumba,
que de tu sangre siempre fui,
aunque jamás valor le diste
al respeto que te di.
Verónica Beatríz Ortíz Gallegos -México-
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