Sensibilizado en su nido
como extraño de amor
pasa de antiguos sueños
a una vida dormida
días y días
algunas tardes puede
con honda ternura
redoblar con llanto
las caricias que asoman
sin mover una palabra
su atención despierta
en pleno silencio y ahoga
su propio peso mirando
como comienza a tener
flotantes sensaciones
que descienden desde sus ojos
desmesuradamente abiertos
mira el respaldo de la noche
que fijamente la acaricia toda
los ojos observan en silencio
el delirio de la tarde que avanza
nuevas alas de luces
continúan encendidas
no se oye más que el delirio
la más viva claridad
ilumina la estancia
y a lo lejos una nave de oro
arroja una llama intensa
Gonzalo Suárez
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