Caminando va mi silueta, a veces,
voy quedando un paso detrás.
Me cuesta trabajo levantar
estos zapatos que atrapan
mis píes con crueldad.
Envidio caminar sin prisas,
dialogando contigo y, dónde cada
sílaba fuese una caricia al viento.
Notar tus pisadas dentro
de las huellas de mis sombras.
Que tu aliento se prenda
como una rosa en mi boca
y que la luna no sea redonda.
Anhelo escuchar suspiros
ciñendo tu bella sombra.
Dormirme en tu pupila y que,
al despertar de nuevo
sobre la almohada, pareciera
tu rostro el lucero del alba.
Si alguna vez callan mis letras,
y la noche se apagara,
elige una flor de las que
nunca se marchitan y deposítala
sobre la tierra mojada; allí
echará raíces y trepará hasta
esa luna que… aguarda mi madrugada.
Juana Campos Cortés
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