Mi Princesa, te traigo serenatas,
la luz de nuestra luna está encendida
dispuesta a iluminar mi melodía;
escucha que es mi voz la que te llama,
te invitan las guitarras con pasión,
esperan que se abra tu ventana
y aplaque todo el frío, tu calor.
Hermosa y blanca plata que me alumbras,
escóndeme en tu luz, que ella no vea
las lágrimas que ruedan sordomudas
e imploran que siempre ella me quïera.
Aparta de mi flor las negras nubes,
que nunca de mi amor ella lo dude
y sea para mí su miel tan dulce.
Contempla el titilar de las estrellas,
y agárrame la mano, princesita,
que te regalaré sólo alegrías.
Un beso en tu mirada, ya se trepa,
te digo con un nudo en la garganta:
-abrázame y devuélveme la vida,
fundamos nuestros cuerpos, nuestras almas.
De plata es esta luna que nos mira,
y jura que nos guarda los secretos
con tal que tú, de blanco embellecida,
le rompas a mis noches los silencios;
uniendo nuestro amor que será eterno.
Dos príncipes vagando por el mundo,
viviendo de sus sueños, siempre juntos.
Patricio Gonzaga
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