Se murió en mis manos. La estrella más linda. Que besó mis labios y los llenó de vida.
Su brillo fue tenue. Despacito su luz apagó. La oscuridad me envuelve. De sueños y anhelos me despojó.
Ebrio camino en nubes de mariposas. En esencia de flores mis huellas se posan. Me llevan ansiosas donde tu reposas. Y mirando el universo plasmado de rosas. Sus espinas me hieren apenas me rozan. Lágrimas conjugo recordando cosas. Tu voz, tu mirada, tus risas hermosas. Esa fe y esperanza de una historia preciosa. Que quedó en un sueño sin poesía y sin prosa.
Eduardo N. Romero -Argentina-
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