martes, 20 de febrero de 2018

EL PIANISTA DE YARMOUK


Aeham Ahmad.
Vivió en un campo de refugiados de Yarmouk.

A veces toca el piano con dulzura , y otras lo hace con dolor y con ira.
Sus ojos no dejan de mirar a Oriente.

Él es tu voz, porque
sólo palabras estridentes
pueden salir de tu boca.

En la garganta sólo te dejaron
las cuerdas que puedan dar
las notas de un blues.

No se te concede el deseo de ser laúd,
aunque fueses destruido
después de cantar
a los que vuelven de los muertos.

Ni cítara de enamorado
para cantar al amor
del que el mar te despojó.

Ya no te queda otra cosa
que el amor que los que han muerto
te dejaron en herencia.

Caminas con ojos tristes,
apagados,
casi ciegos.

Con el alma torva
y ojeras en el pensamiento
que va por laberintos de ideas
palpando el flujo constante
de las horas,
deshiladas,
mudas,
eternas.

Recorres callejones
por dónde anda
la lobreguez de los pecios.

Duermes en la yacija
oyendo pasar
a la indívaga muerte
desde más allá de los años ,
más allá de los paises.

En tus sueños calcinados
por las sandalias del sol,

Están tus insomnios con:
Tanto silencio.
Tanta sed.
Tantas noches de acero.

Con tu cielo sin estrellas
ni horizontes.

Cielos de los que se desploman
sílabas ardiendo.

Un viento que gira sobre si mismo
te mantiene en el centro
de una herida
siempre fresca,
que no cicatriza.

Para refrescarte
sólo puedes beber
en los manantiales
del alma quebrada.

Se revive tu Saudade.

El concierto de Aheam es
Un grito de resistencia
ante el olvido.

Carmen Linares Linares

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