Seguramente nunca lo pensamos así,
no hacía falta entender nuestras razones.
Podríamos volver a ese sueño profundo
aunque dejar de existir no cambiaría nuestra historia.
La suerte esta echada y el destino como ejecutor, apostados los sueños, las ansias, las ganas obsesivas de querer ser y en las manos yertas la caricia que palpita entre espacios y conciencia.
No se necesita mucho, cuando habitas en otro ser, compartiendo sueños e ilusión, mirando en silencio las luciérnagas extraviadas, sonriendo taciturno cuando cierras tus ojos y te llenas de mí, somos tierra, semilla y este sentir fluyendo hacia todas partes, porque respira libertad...
Libres...
Diana Portillo
No hay comentarios:
Publicar un comentario