sábado, 16 de diciembre de 2017

A ESE GALLO UN DÍA LE RETUERZO EL CUELLO


Silencio, silencio en la madrugada mientras
se remueven las alondras y mis manos trabajan;
el silencio tiene un espacio oculto en nuestra lengua,
deja que mientras llega la aurora con su bata blanca,
permanezca con mis labios húmedos buscando
el oasis que se repliega entre el óvulo
de tu oreja y el zafiro de tu cuello.
Mientras mis dedos, jamás satisfechos
se alargan al rozar tus humedales
donde anida la poyuela o la garza.
Buscan tus huecos más recónditos,
se deslizan por tus grietas disimuladas,
casi nunca llegan a tocar fondo.
Tomo impulso para hablarte, humedezco mis labios
y retrocedo, pues aunque simulas muy bien
que estás dormida... pero no lo creo...
Tu piel escucha y reacciona al lenguaje
cifrado de mis expertos dedos...
Es tan largo este mutuo deseo nuestro...
Estos cuerpos humedecidos por el deseo contenido.
-No paran en su loco intento-
hasta ver satisfecho la pasión del alma y el cuerpo.
Mientras el gallo se despereza y con su graznido
nos espanta y nos pone en la encrucijada...

RAFAEL CHACÓN MARTEL    

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