Sólo con la ebriedad de la noche
es cuando piensas bello:
un fortuito mar bañándote los pies
junto al bordillo de la acera
o un beso en el viento seco
surcando tus labios.
Y te empeñas en horadar la noche,
solitario como cualquier perdedor despistado,
con tu vaso de cerveza
y tu bolígrafo parco
en el desierto nevado de una hoja.
MANUEL JESÚS GONZÁLEZ CARRASCO -Madrid-
No hay comentarios:
Publicar un comentario