Admiro la tormenta cuando
los cielos furiosos
nos atacan,
los rayos –
el fundido oro –
el pan de pita taciturno
apuñalan
y en pedazos lo arrancan...
Y cuando vesánico el viento
se lleva
de la bandada asustada
los nidos de los mirlos
entre las hierbas
empapadas…
Y cuando después el arcoíris,
al limpiar los horizontes
azulados,
con ambas
piernas se sumerge
en la tierra,
para ponerme vino
colorado...
Así soy –
la recién nacida,
para nuevos sueños
bendecida.
Lalka Pavlova -Bulgaria- Traducción de Rossi Vas
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