lunes, 13 de noviembre de 2017

A LAS TRES DE LA MAÑANA


Algarabía en la piel
a las tres de la mañana,
y mi obscuridad emana
por torrentes aguamiel.
Y tomo de su vergel
la intimidad de su ser,
vibrando como mujer
al sentir su excitación
y en sus venas de varón
corra sangre de placer.

Mordisqueo su entrepierna
sus glúteos... los rasguños,
y después su pecho aruño
cariñosamente tierna.
En una caricia eterna
van mis manos navegando,
y mis ojos admirando
su virilidad tan mía
que a mi sexo se ceñía
para seguirnos amando.

Mi cadera se disloca
se extasía en esa parte,
donde la caricia es arte
como cantata barroca.
Y mi pelvis le provoca
el canto de su garganta,
que excitada se agiganta
entre sábanas de seda
y entibiando mi vereda
mi cuerpo a su cuerpo imanta.

María Magdalena Pérez Quirino

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