De paseo en una lejana y solitaria
playa, hallé un recipiente antiguo casi
completamente sepultado. Contenía
un rollito, que traducido al español
actual creo que dice:
"Hace como treinta años que me
deshice de mi armadura y demás
implementos. Intento olvidarlo, pero
cada vez que paso por este camino de
Castilla, encuentro a estos dos tontos.
No tienen la más mínima idea de lo
que es ser caballero.
"Llego a casa y consigo a mi esposa
muy triste, llorando, inconsolable.
—¿Qué ha sucedido? ¿Dónde está
Patricia? —Pregunto.
—Esos tres bandidos se la han
llevado.
"Lo primero que pienso es en mis
gestas como guerrero y en dar alcance
a aquellos que recién he visto. Es
sorprendente, me ayudan a colocarme
una nueva armadura y voy tras los
delincuentes.
"Al conseguirlo, los ataco
desesperado y justo cuando van a
liquidarme aparece ese dúo. De no ser
por ellos, estaría muerto, ahora son
mis héroes. Patricia luce muy triste,
así que trato de consolarla:
—Tranquila cariño, pronto
estaremos con mami.
—No quiero ir a casa, amaba a uno
de ellos —declara causando mi
asombro.
"¡Qué amargura para los padres que
ignoramos los sentimientos de
nuestros hijos!"
Óscar Quijada Reyes (Venezuela)
Publicado en la revista digital Minatura 153
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