Recuerdo cuando las mañanas de los sábados servían, básicamente, para pasar la resaca. Ahora,mientras tecleo estas líneas, suena en la radio esa canción de David Guetta titulada Without you en la voz del cantante norteamericano Usher (lo acabo de mirar en la Wikipedia). Parece un recordatorio de otros tiempos, diría que de otra vida. Éramos, por entonces, pistoleros ávidos de agregar nuevas muescas a nuestros cinturones de piel palpitante, al rojo vivo, ahora de piel girada. Empieza a parecer que estas líneas resbalan del lado de la nostalgia, pero no es eso. Todo tiene su momento, me cuentan mis canas y mi sangre apaciguada. Unos minutos atrás, tenía a mi hija Sofía en brazos. Le cantaba canciones de Camilo Sesto y El Dúo Dinámico. Ella me miraba como hipnotizada, tal vez preguntándose si ese señor que la tenía en brazos era realmente su padre o se trataba más bien de su abuelo. Mi padre, más inteligente, optaba por no cantarme; directamente, ponía un disco de los Beatles y dejaba que John y Paul hicieran el trabajo sucio. Mi madre, lúcida, también les dejaba hacer; en cambio, sí le canta a su nieta. Ella todavía no es consciente, pero nos acabará pidiendo explicaciones. Entonces le hablaré de la rueda en que todos giramos, una rueda hecha de amor e incomprensión, de muchas dudas y unas pocas certezas. Le hablaré, también, de estos sábados por la mañana, de estas frases que improviso como un mal comediante. Lo importante, como siempre, quedará entre líneas, más allá de las palabras.
Javier Cánaves
Publicado en Agitadoras revista cultural 51
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