A la poesía hay que entrar
con los pies desnudos y sin sombra.
Hay que tantear suavemente
las paredes ásperas del poema
que lucha entre las frondas y la luz.
A la poesía, hay que asegurarle las ventanas
para que el viento no derribe el fuego ni la aurora.
PATRICIA COTO -Argentina-
Compartido por Rolando Revagliatti
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