Las mazmorras de esta mansión están habitadas por músicos desastrados.
Muchos de ellos han sucumbido en los torneos
que el Señor realiza para conocer a los virtuosos del clavecín.
Tocar ese instrumento con poca fortuna,
propicia la elevación de los pendones rojos
en las almenas en señal de reprobación contra el músico infortunado.
Así
responde esta casa frente a los reveses del artista:
con días de sombra en sus ya poblados
subterráneos.
Del libro “En la posada de J.Babel” de
Luis Eduardo Gutiérrez -Colombia-
Publicado en el blog elescribidor
No hay comentarios:
Publicar un comentario