Era como si todavía fuera verano.
Lenguas lentas nos venían desde el aire.
Lentas.
Como el aliento de un animal
inmenso e imposible
que nos fuera llevando hacia el pleno
mediodía
con su explosión ceniza de torcazas.
En ese aire no entraba
todo el cielo ni estaba
todo el Sur ni todo el trigo
que tremolaba con sus pájaros.
Era el verano como si ya no lo fuera.
Era un lento verano dulce de tordos por el aire.
Era puro ceniza, de plumaje que el sol pintaba
con su breve laconismo.
Eran atardeceres sueltos
caballos pastando a la vera
de un camino solitario.
Del libro "A los amigos" de
Jorge Isaías -Argentina-
Publicado en el blog elescribidor
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