En la vereda, apenas me sirve la granadina,
el muchacho pelirrojo vuelca "hay días en que
voy a contramano". En un periquete
desaparece con su bandeja. Le pongo
nombre y lo imagino sobre un columpio
vestido de Pierrot, mandolina en mano
cantando al claro de luna, romántico fatal
pero al segundo un tornasol regresa,
con sonriente revoltijo entre las mesas
se desprende de cada pedido.
Ahora el ángel rojipelo se agacha,
preocupado por Felipe, el perro de mi hija.
Del libro "La misma que soy" de
Michou Pourtalé -Argentina-
Publicado en el blog elescribidor
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