Cuando la noche sea
más eterna que la mirada,
y la luna más bella que tus manos,
dejaremos el Sol
listo para que amanezca.
Y si el cielo se une al mar
- en esa línea del horizonte –
iremos en barco rumbo a las nubes
para fundirnos con las estrellas
en medio de la inmensidad.
Erika Martínez Rodríguez -España-
Publicado en Estrellas poéticas 51
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