Creía que era fácil amarte sin conocer tu historia
que mis besos nacieran sin raíces amargas
y los tuyos llegaran volando por los aires
limpios de los sirocos y sarmientos.
Los sujetamos fuerte a la memoria
más bien los arrancamos del sitio donde estaban.
No quise conocerlos.
Les dimos una tregua a nuestras vidas.
Residían allí, en la tramoya de un espacio vivido
y al montar nuestra obra despertaron,
tu amor tenía nombre, respiraba
y la pasión no supo eliminarlo.
El mío cabizbajo siguió vagando sin encontrar un sitio
donde poder sembrarlo.
A la historia le falta siempre un trozo
que el tiempo o los estragos han borrado.
Carmen Silva -España-
Publicado en la revista Oriflama 29
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