jueves, 22 de diciembre de 2016
CADA DOMINGO
En la plaza 25 de Mayo, era la cita a la cual asistían don Pedro,
don Luis, don Mauro y el jovial señor Lautaro. Cuatro ancianos
saludándose con estricta reverencia; casi siempre comenzaba
la conversación el señor Lautaro, era un poeta, un soñador, un
bohemio de aquellos casi extinguidos por el tiempo...
Sus conversaciones eran amenas, cada uno enriquecía su diálogo
con fascinantes vivencias: Don Mauro, era mas retraído con aire
nostálgico, que de vez en cuando elogiaba el canto de los pájaros;
don Pedro, era el erudito del tiempo, predecía el clima porque según
él, lo anunciaban sus huesos...
Don Luis, hacía largos relatos de su tierra natal, era un italiano que
añoraba los aromas de su casa, el olor del mar, su gente, sus amigos
quedaron allá, en su tierra amada a la que siempre evocaba con sus
deseos de volver. Los años pasaron, su esperanza seguía viva en él.
El señor Lautaro, finalizaba su relato con un bello poema; amigo de
los rieles, las vías y los trenes. Ninguno se resistía a sus anécdotas,
quedaban eclipsados de su voz, de sus pausas y de un abanico de
detalles que engalanaban sus relatos...
Las horas pasaban y ellos seguían sumergidos en sus recuerdos.
El ocaso asomaba, don Pedro era el primero en levantarse, les daba
un apretón de manos y les decía... Bueno, amigos otro domingo se va
y con él se fue parte de nuestros tiempos, será hasta el próximo
domingo, si Dios así lo quiere...
Alena Gaspar -ARGENTINA-
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