sábado, 3 de diciembre de 2016

A MI PADRE


Padre,
cuando pienso en ti tan sólo tengo
un concepto racional y abstracto,
desnudo de amor paterno.
Si alguna vez encuentro tu foto amarillenta
hojeando los recuerdos familiares,
veo sólo el rostro de un extraño
con gafas y con traje.

No tuve
tus brazos férreos apoyando mi infancia desvalida,
ni el beso
de tus labios varoniles en mi frente dormida.
Me faltó
el azote merecido, justo castigo a la desobediencia,
y el consejo puntual y necesario
en cada encrucijada del calvario.
No pude hallar consuelo en tu figura
cuando me hirió de espinas mi andadura,
pero hallé en mis entrañas la energía
para vivir sin ti mi única vida.

No sé, ni me atormenta en absoluto,
por qué fuiste tan cruel y tan cobarde.
No sé siquiera
si estás muerto o si acaso vives todavía.
No sé tampoco si en tus sueños
te has acordado de mí o si has sentido
curioso afán por conocer de cerca
este trozo de vida que yo aliento.

Sí siento no saber ni cómo has sido
para mejor poder catalogarme.
Que quizás soy como soy
porque tú también lo has sido.
Y no sé qué virtudes eran tuyas
ni cuál de mis defectos tú has tenido.

Así es el sin sentido de la Vida:
dos seres tan cercanos en la carne
y tan ajenos en el sentimiento.
Por eso pienso en ti muy pocas veces.
He vivido sin ti como he podido
Y me siento orgullosa de ser fuerte.

Sí deseo que hayas sido mejor padre
para otros hijos que sí te hayan tenido.
Y voto, padre mío, por  que te amen.

Eliana Onetti
Publicado en la revista Pensamiento

No hay comentarios:

Publicar un comentario