sábado, 29 de octubre de 2016

EUROVISIÓN O EUROPA


Sólo vi del festival de Eurovisión la alegría (y también el llanto) de una mujer austriaca, llamativa y cuidadosamente barbuda, y unos pocos fotogramas memorables de dos jóvenes polacas fingiendo lavar la ropa o batir la mantequilla, como el cobre de algunas monedas que ya no existen, en un barreño de madera. No hay color, por supuesto. O hay el de mis propios gustos e inclinaciones, más allá de los malabarismos culturales que tanto apreciamos los europeos. Incluso los de España. Pero la televisión es un lugar de ficción donde las luces y las sombras se superponen para ofrecernos una realidad única, siempre volátil y amable. Un artificio que abarca, por igual, los años en blanco y negro de la guerra fría y las actuales cuentas en rojo del stress bancario. O de la globalización digital. Tampoco hay color, porque el muro, derribado piedra a piedra, sigue estando ahí: en cada frontera, injusticia o crisis global pero, sobre todo, ciudadana. Mientras tanto, la campaña electoral dibuja un lienzo donde la modernidad y la tradición (juntas o por separado) acaban siendo lo mismo, el mismo marketing, la misma faz, entre pícara y desencantada, con que nos miramos en el limbo de los espejos y sólo nos hallamos guerras antiguas y una miríada de traiciones o deseos rotos como señas de identidad en común. Pero no hay color. O sí. Cuando quiero ponerle letra y música a Europa me olvido de los políticos y releo a Shakespeare , Cervantes, Milton , Dante , Goethe , Kafka o Dostoievski . No sé cómo elegir a alguno sin elegirlos a todos.

Juan Planas
Publicado en Agitadoras revista cultural 54

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