sábado, 29 de octubre de 2016

LA TUMBA AZUL


El hombre es la suma de sus fantasías.
Henry James.

Llegamos tarde. La restricción mundial de tener un solo hijo por cada pareja ejemplar y autorizada, no fue suficiente. La esterilización forzosa de la mayoría de la población no fue suficiente. El siguiente paso lógico hubiera sido limitar la vejez para adelantar la edad de fallecimiento, pero la corrección política impidió que se aplicara a nivel global.
Las sectas conservacionistas se multiplicaron, promoviendo suicidios colectivos al llegar determinada edad o incluso antes. Era previsible que algunos de ellos cruzaran el umbral del fanatismo y dejaran de considerar necesaria la aquiescencia de los “suicidados”. Se prohibió el consumo de más de dos mil calorías diarias por persona y los obesos fueron represaliados y reacondicionados a un peso adecuado. Después se hizo lo mismo con los gordos y por último, con cualquiera que acreditara
sobrepeso.
Se estableció el “hiato de natalidad” durante veinticinco años y la pena de muerte para quienes lo incumplieran y para sus hijos. Pero no fue suficiente.
La idea de “somos demasiados” latía en la mayoría y pronto fue la excusa para cebar todos los odios, todas las xenofobias que la Humanidad ha ido coleccionando. La vida humana perdió su ya escaso valor y pasó a considerarse algo lujoso, una veleidad caprichosa e intolerable, un modo de agredir a todos los demás.
Nuestra a
gonía no vino de una guerra total ni de un virus diseñado  por unos locos o una casta poderosa que quisiera diezmar a la plebe. Nos convencimos tanto de que éramos una plaga que nos olvidamos de soñar pero no de vivir la pesadilla. Sin ambiciones, la vida se convirtió en mera existencia y la muerte en una recompensa ansiada. Dejamos de admirar las estrellas para obsesionarnos con el lodo y ahora nos hacemos uno con él en vez de perseguir aquellas.
Ahora quedamos tan pocos que aquel mundo antes empequeñecido ya no podemos abarcarlo. Pudimos hacer de este planea nuestras raíces, pero ahora solo será nuestra tumba azul.

Carlos Díez (España)
Publicado en la revista digital Minatura 151

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