Vengan en fila
como soldados o como hembras que se alquilan
para entender la lengua colgada de la vida.
Tracen la divisoria
entre el bajo vientre y las pupilas. No soporten el tórax
si hay dos piernas que nadan bastante bien
como las del caballo paralítico de sus traseras.
El señor de enfrente orina por la boca
y se mira en el espejo de su excremento.
Hagan como el señor de enfrente
que anda desnudo
para que no le vean la cara podrida.
No coman;
todo lo que traguen está destinado al huerto
y crecen agrias las hortalizas.
Pero de dónde han salido.
Parecen discípulos en una sala con profesores
sin estanque y sin dinamita.
Vengan en fila
como las imbéciles locas
que suben al cuerpo de los hombres
para pedirles una pluma de gallo y un diario del día.
Escuchen el aparecer de la noche
que avanza en el rebozo de la pedigüeña.
Se quedaron las puertas sin un solo mojado de perro.
No hay un camino que conduzca al río.
Todo será como el último día.
Quién sabrá algo de la vida.
El que se ahorcó, el otro que hizo lo mismo
y yo que me ahorqué para ver cómo era.
Fue la primera vez que me hizo digestión la comida.
Entonces resucité;
me devolvieron quemada.
Me quemaron los otros
para ver cómo era quemar la vida.
Vengan en fila.
Prepárense.
Sin ojos es mejor.
Del libro Piedra demente de
Elba Fábregat -Argentina-
Publicado en Poesía del mondongo
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