¡Ah fábula de mí,
al cactus del yo,
moneda que siempre me compra
el nervio de la inercia!.
Aquí es donde he soñado
con el apetito de la diplopía,
cuando el castillo
de la luz abre su cuaderno
y la negligencia reprueba
en la primera fila de la plusvalía,
siempre a mecates
me siento
para sacarme la dulzura ecuestre,
siempre a dos días
el camino retrocede
y la unción del momento
vuelve a buscarme.
Es esta la inspiración
que vuelve
con apellido de follaje
y la eternidad canta
en el trino del Elio distante.
Es este el calor que nace sin sol,
el viento que sopla cadenas
en un espacio indemne
a la lontananza
como una era
que no se ha podido gobernar.
Practico al desdén
y al pecado literario,
soy Adán en vísperas de Eva,
la manzana de aluminio
aun es causa
en un potrero del sol omnisiempre.
He visto el lapsus
en la disecada hora,
de día mi canción
tiene traje de fanal laborioso,
el aedo se añora
cultivando teléfonos en el tiempo.
Se sabe que la palabra
es lo más apropiado por ahora,
aunque el instante
es como un apellido
que no siempre nos distingue,
aun así las manos
no siempre sirven para el bien.
Así me es este dios camino
como una sangre
de arena
que me arrastra al desierto del ser baldío.
Así el infierno
y el frío de sentirse solo.
El cansado plasma de ser nervio
y alacena
cuando algunos se creen intocables.
El bien fue el lirio que triunfo
después de salir huyendo
de mil siglos del cemento.
No quiero ser maldito
y rasurarme el fuego
que sale de la hoguera
cansado de arder.
No, por Jesús, ! Señor!
! ten piedad perdóname!.
Si a veces salgo con traje
de irreverente,
! te amo!
eres lo único que tengo
por millones de causas Jesús,
que no miro
más que una alondra
en mis podres trinos
que desde Chile
me canta
con augusta gracia de femenina beldad.
No quiero en las trampas
y la locura llamar
a estos crímenes
de mañanas asesinando rocío,
ponerme el sol
de mil palabras para condenar a otros.
No quiero ser
como la hiena
pastar como un demonio
entre los tuyos,
levanta este televisor viejo
de mí
y dame la noticia,
dame siempre
un día más Señor.
No soy más que barro Maestro,
cuando soplasteis el espíritu
que quedó catastrado
en la ley viviente.
En la vida que tú me diste.
Belén Aguilar Salas -Costa Rica-
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