ESTABA EN UNA LLUVIA Y NO EXISTÍA
palpitación en donde guarecerse.
El piano, la gramola, los retratos
de seres que se han ido, el abanico
con su borrado madrigal y el álbum
expanden su silencio por la estancia.
“Vos sabéis que acordar no siempre es grato”,
me dijo cierta vez en rioplatense
poeta de mi gusto que atreviose
a contemplar el mundo que os presento
así de torpemente. Separemos
–le dije– el manantial de lo vivido.
Descendiendo de guerreros a la fuerza.
Por esa circunstancia es que carezco
de antecedentes líricos, sin duda.
Me pregunto qué vuelan los arcángeles
que aturden de tal lluvia a las florestas.
De la movida de The Beatles vengo.
Tengo tardes de idilio en el “Petrarca”
y luces psicodélicas que trinan
en la luna, el moaré y otras ternuras
que no tienen pasado porque esplenden.
Hay adioses que agitan sus pañuelos
con el presentimiento de una ausencia
que habrá de dilatar la despedida,
y ocurre que jamás abandonaron
aquel andén en donde se afligieran.
He visto tanto otoño que no acierto
a detener las hojas que me llevan.
Del libro “LA LLUVIA DESEADA” de ANDRÉS MIRÓN
1º Premio, XXI Certamen de Poesía Searus, 1998
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