Y huérfana de malicie
es como la niña estaba,
su timidez era un vicio
que le atravesaba el alma,
su espíritu provinciano
cabalgó desde la nada.
Vivió fuegos de artificios
cuando notó la mirada.
“Derretiría yo mi tiempo
en tus jugos, niña amada,
y escucharía los silencios
que suenan en tu almohada,
pues la tristeza es efímera
si tú quieres ser mi hada...”
Con estas y otras palabras
un tuno la camelaba.
Ella se dejó querer
y al final se enamoraba.
El tuno tendió la red
y en ella quedó atrapada.
Mas al probar su dulzura
es él quien se enamoraba.
Pedro Jesús Cortés Zafra -Málaga-
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