Nací. De pronto vi como mi juventud colgaba de una liana de moho.
Era invierno.
Las ramas de los árboles formaban huecos en una caverna y los nudos de los días cubos de años maniatados.
Creí envejecer.
Era la roña del averno que se desprendía como arañazos en una copa vacía.
No supe nunca para qué nacer,
cuando ya lamía las babas de la eternidad.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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