Entre la aglomeración
de la gente
algunos ovacionando
otros quizás protestando
apareció entre ellos
la mano que
ocultamente
blandía el arma.
Sin motivos aparentes
sin dudarlo
solo por un simple
desacuerdo
apretó el gatillo
sin instar palabra
solo con el odio
en sus entrañas.
Y en un instante
la bala su recorrido
la llevó hasta
donde tu estabas.
Por esas cosas
del destino, o tal vez
la mano de Dios
su puntería no atinó.
Y aquel proyectil
entre el aire se perdió
ni siquiera llegó a rozarte
ni te hirió.
Oponerse a otros pensamientos
sean políticos o no
se razonan en discusiones
y no con asesina agresión.
Quien da derecho al hombre
a apagar una vida
solo por el simple hecho
de que sus ideas son opuestas
y no sean de su agrado
esta es una barbarie
a que este mundo
ha llegado.
No somos seres humanos
ni siquiera simples animales
solo bestias irracionales
llenos de poder y de ira.
Somos ya una
especie en extinción
que no razona ni escucha
sino actúa instintivamente
que como baluartes
prefieren inmolarse
sacrificando la vida
por un ideal ciego
y abatir la de su
supuesto enemigo
por el simple hecho de actuar
sin mediar palabras.
Diana Chedel -Argentina-
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