sábado, 3 de agosto de 2013

EGOCÉNTRICO

Siento un hedor a muerte y a tiniebla
si pasas a mi lado; hay ataúdes,
siguiéndote en silencio,
pero que a mí me gritan y me aturden.
Ni los ves ni los oyes, sordo y ciego
a cuanto de otras avenidas fluye.
Te ves, te escuchas, te amas a ti mismo,
extinguiendo las luces,
pálidas o radiantes,
que quienes rozan tu atención, difunden.
Tanta benevolencia asesinada
sobre el altar del ego, brutal yunque
que imperturbablemente martilleas,
forjando un yo que es cada vez más lúgubre.
Si se abrieran tus ojos, tus oídos,
a cuanto te rodea, si la herrumbre
que hoy ves en los demás, se te mostrara
en su propio catálogo de azules,
rojos, blancos y verdes,
en vez del negro que les atribuyes;
si el fragor que percibes, emanando
de cada transeúnte
llegara a ti en rumor de melodía,
y si la fetidez de podredumbre
que parece envolverte,
te afluyera en efluvios de perfume;
¿no sería tu mundo mas sereno,
más deseable, y mucho menos fúnebre?
Tu problema está en casa, no en la calle,
el problema eres tú y tu desajuste.

Bello es el mundo, y lo minusvaloras
al sobrevalorar tus aptitudes.
Desciende, hermano, de tu absurdo Olimpo,
antes de que tú mismo te derrumbes.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-

No hay comentarios:

Publicar un comentario