miércoles, 28 de agosto de 2013

TALLER LITERARIO (21)

EL ECO

¿Quién se atreve a discutirme, no veo a nadie por aquí, si estoy sola en la tierra, quien demonios está ahí?

…Soy el eco de tu voz, y me encuentro muy feliz, de que digas tantas cosas y yo las pueda repetir. Si me buscas no me encuentras, tampoco me podrás ver reír, solo imito los sonidos que despiertan mi dormir.

TOÑI GUERRERO

EL ECO

La niña salía a jugar al patio,
su voz retumba a lo lejos en la montaña
como si la estuviera imitando.
Ella curiosa preguntaba:
¿por qué oía varias veces su canto?
Su madre le decía: es tu voz
que tropieza y el eco
está jugando contigo.
Se quedó sorprendida pues su mente
no comprendía, como la voz
tropezaba y el eco la siguiera
como un coro cantando
y a lo lejos se perdía.
Aquella noche soñaba
que volaba con su canción,
buscando el eco que de ella se burló.
Voló por tierras y mares,
pero nunca lo encontró
y amaneciendo el día agotada despertó.

LOLI BRENES

EL ECO

Te llamo y no contestas.
En el silencio nocturno
tu nombre choca y vuelve
a mi dormitorio oscuro.
Amaneciendo el día salgo
al campo y grito desesperada,
el eco se pierde entre las altas montañas.
Vuelvo para el pueblo
con el corazón triste, me siento
con la mirada perdida pensando:
¿dónde te fuiste?
No puedo soportar la soledad.
El eco de tu voz retumba
en mis oídos, te alejaste
sin decir nada:
¡Y olvidarte no consigo?

LOLI BRENES

EL ECO

Sueño con un paraíso discreto
en las montañas lejanas.
Los pájaros cantan
sobre una vieja rama,
su eco penetra en mi cuerpo,
que baila con el viento.
El viento sopla suavemente,
el murmullo del río y la corriente,
se mezcla con el sonido del levante.
La nubes llenan el horizonte
y los pájaros vuelan lentamente
con el sol creciente.
La aurora despierta mi alma
del sueño amante…

MALIKA EL BOUZIDI

EL ECO

Quedó grabado en mí el eco
del sonido de tus labios
cuando me dijiste
te quiero, te quiero, la primera vez.

Como el eco devuelve el sonido
yo te sigo devolviendo
te quiero, te quiero, una vez y otra vez.

Cuando te miro y me callo
mi mente repite como el eco
sin que tú te enteres, te quiero, te quiero,
una vez y otra.

Como ha pasado el tiempo…
pero el eco está ahí y repite sin dudarlo
muchas veces
te quiero, te quiero, mujer.

ANTONIO BASALLOTE

ECOS/REFLEXIÓN

“Eco, una definición: repetición del sonido causado por la reflexión de la onda sonora al chocar con una superficie rígida”.
Durante mi viaje por Bélgica una de las visitas que realicé fue al cementerio americano de Las Ardenas. Es realmente escalofriante.
Al ver todas aquellas cruces blancas sentí un estremecimiento y mi espíritu se sintió invadido por aquellos ecos que me llegaban desde aquellos días del año 1944 cuando Hitler decidió llevar a cabo casi a la desesperada la Batalla de Las Ardenas.
Ecos de Bastogne, pequeña localidad belga en la que los aliados estaban esperando sin saber muy bien qué.
Ecos de Las risas, temores, esperanzas y desesperanzas de aquellos jóvenes que ni siquiera sabían muy bien porqué ni para qué se encontraban allí.
Ecos de sus temores y su miedo al comenzar la batalla.
Ecos de sus gritos de dolor por sus heridas.
Ecos desgarradores al ver caídos de muerte a los colegas que no hacía mucho tiempo compartían noticias de sus novias, familias, hijos y compadres.
Ecos en fin de tanto sufrimiento que por la locura y debilidad de los hombres se dejaron arrastrar por el Jinete del Apocalíptico de la Guerra.
Tuve que marchar de allí rápidamente con el alma encogida al ser consciente de la barbarie de la humanidad a la que yo y todos pertenecemos.
Sí, el eco es la repetición del sonido etc. etc. Pero ¡creedme! hay otros ecos más espeluznante que se repiten infinitamente en las ondas etéreas invisibles permaneciendo en ellas para siempre.

CONCHA GOROSTIZA DAPENA

ECOS/ILUSIÓN

¡Rataplán, taplán, pan, pan!
Cierro los ojos, sonrío feliz,
ecos de timbales, trompetas, tambores
llegan a mi mente, llegan sin parar.
Es el circo que se acerca.
La cabalgata recorre las calles.
Ecos de risas, músicas alegres,
¡rataplán, taplán, pan, pan!
Los payasos con sus disparates,
a todos, grandes y chicos les hacen gritar.
¡Oh, qué asombro, qué admiración!
Al doblar la esquina,
aparecen ya
son los elefantes,
gigantes que con su cadencioso andar
se acercan lentamente
barritando estridentes al pasar.
Aprieto más los párpados.
Estos ecos no pueden terminar.
Ecos de mi infancia
que ahora después de tantos años
sentada en este banco,
banco de la plaza de mi pueblo,
me llegan sin cesar.
Ecos de aquel circo
que un día apareció,
que ahora, al cerrar los ojos
sentada en este humilde banco,
los siento tan reales
como aquel lejano día
que con sus sones alegres
mi alma iluminó.
¡Rataplán, taplán, pan, pan!

CONCHA GOROSTIZA DAPENA

EL ECO

Un estridente eco suena
en mis oídos trayéndome
viejos sonidos olvidados
que ahora vuelven a tener
un nuevo sentido para mí.

Un repetitivo goteo de palabras
que se clavaban insistentes
en mi cerebro para que nunca,
nunca, el olvido venciera
dejándome desnudo de recuerdos.

No soporto que el eco
marque el ritmo de mi vida
porque cada repetición
es un paso atrás
que acabará por llevarme al olvido.

A ese olvido que vivifica
quiero agarrarme para que el eco
se diluya en el aire caliente
de una mañana de primavera
agitado por el enloquecedor Levante.

JOSÉ LUIS RUBIO


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